Eusebio Huamaní Rodríguez: “El pumpín fajardino es nuestra cotidianidad y es el folclor más saludable que hay”
Entrevista y redacción por Alan Villanueva
Fotografía por Diego Ozaita
Con tres premios nacionales ganados y fundador de tres conjuntos musicales, Eusebio Huamaní, mejor conocido como “el Americano”, es el máximo difusor e influyente de la música pumpín de la provincia de Fajardo, departamento de Ayacucho. El músico de 73 años nos relata pasajes de su vida y su papel como artista folclórico en un escenario colmado de adversidades.
A poco tiempo de haberse enrumbado a su declaratoria como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación, el pumpín palpita más que nunca en el corazón de los fajardinos, es por eso que Eusebio Huamaní se siente un hombre muy afortunado y orgulloso. Primero, dice, por haber nacido en su amado Huancapi. Segundo, porque la vida le dio el don de la música. Esto hizo que él se vistiera de fuerza y coraje para poder dar a conocer al mundo la música fajardina, su gente y sus costumbres. A pesar de que en un principio no tuvo el apoyo de su padre, Huamaní hizo hasta lo imposible para poder conseguir una guitarra que le permitiera practicar y mantenerse activo musicalmente. Esto último ocurrió cuando era adolescente, su padre tenía una guitarra española muy bonita que la tocaba en las fiestas, pero tiempo después terminó por dársela a su primo a cambio de una llama. “Imagínate, cómo me sentí cuando pasó eso, me quedé con muchas ganas de tocar; además me decía que con la música iba a aprender cosas malas”. Todos esos recuerdos son parte de una larga travesía que dio lugar al reconocimiento del pumpín, a pesar de las innumerables circunstancias difíciles que le ha tocado vivir, ha demostrado que su inagotable capacidad creativa y sonora está más vigente que nunca.
Además de sus memorias –que incluye la fundación de tres conjuntos musicales como Waylla Ichu, Hijos de Waylla Ichu y Proyección Waylla Ichu– Huamaní viene trabajando la idea de grabar nuevas producciones que, lamentablemente, por la situación de la pandemia por el covid-19 sufrieron muchos retrasos. Esto ocasionó que sus hijos no puedan viajar para visitarlo y concluir con las tareas pendientes.
A lo largo de su destacada trayectoria, Eusebio Huamaní ha logrado ganar tres premios artísticos a nivel nacional. En 1981, el programa “Tierra Fecunda” de Radio Unión organizó un concurso de creadores sonoros de las zonas rurales del país, donde logró obtener el primer puesto con la canción “Sara Hallmay”. En 1988, la Presidencia de la República hizo el lanzamiento de un concurso nacional titulado “Canciones, Autores y Compositores Andinos”, donde obtuvo nuevamente el primer puesto con su canción “Chillikucha”. Y, posteriormente, la tercera hazaña obtenida fue en el año 1999, gracias a Promperú, con la canción “Wayanakuscha”.
A pesar de no haber tenido instrumentos ni el apoyo necesario para empezar en el mundo de la música, ¿Por qué insistió en encaminarse como músico?
Yo nunca pensé ser músico, mucho menos ser famoso. En realidad, cuando decidí entrar en la música no fue porque quería ser uno más, yo tenía muchas ansias de hacer conocer al mundo el folclor de Fajardo, que mi pueblo sea conocido al menos por uno de sus folclores, como el pumpín; esa era mi añoranza. Es por eso que desde mis doce años empecé a tocar guitarra, tuve que hacer de todo para poder tocar, ya que no tenía una guitarra para tener continuidad, tampoco era sencillo conseguir una como ahora; hoy en día puedes conseguir una guitarra en cualquier tienda. Lo gracioso de todo esto es que mi papá tenía una guitarra española, bien bonita era, de gran sonido; lamentablemente nunca quiso dejármela, no quería que toque, siempre me decía que iba a ser borracho y mujeriego. Al final esa guitarra terminó en manos de su primo, a la que cambió por una llama. Mi mamá también influyó en mí, ella cantaba bonito, siempre se iba a cantar a Antapi a las plazas donde hacían encuentros con los pastores de distintos pueblos. Posteriormente, para el año 1981, recién pude comprarme mi guitarrita, lo mandé a hacer después de tanto esfuerzo. Todos mis instrumentos los mandé a fabricar, es mejor así porque en las tiendas no encuentras un instrumento que suene como quieres, pero cuando lo mandas a fabricar es a gusto de cada uno.
¿Cómo podría definir la música pumpín y cuál es el significado que expresa este folclor?
Bueno, el pumpín es un género musical oriundo de los pueblos que conforman la provincia de Fajardo. Desde hace varias décadas se ha ido enraizando en los distritos de Huancaraylla, Cayara, Huancapi, Colca, entre otros. Nuestro pumpín es un folclor sano y es la manera más pura y directa de interpretar y mostrar la vida cotidiana de nosotros, los fajardinos; las canciones se basan en las labores agrícolas, el amor, la vida social, la política, la decepción; además es una música que da aliento al pueblo, a la masa, donde se canta el fracaso y el triunfo de nuestra gente.
Dentro de las labores agrícolas, el pumpín es la música que se toca y se baila durante el “sara hallmay” (aporque del maíz), “trigo saruy”, “cebada saruy”. Así como también en las fiestas patronales de San Luis de Huancapi y la Virgen de Asunción, exactamente en el “aqa pakuy” (preparación de chicha). En los días de preparación de chicha se sale a las calles a bailar, como en carnavales; esa es la costumbre. Pero anteriormente no sucedía esto, las autoridades prohibieron que el pumpín se baile dentro del pueblo, incluso decían que el pumpín era un baile de los pasñas y maqtas, porque se inició tocando y bailando en las alturas entre jóvenes; así fue marginada nuestra música por muchos años. Además, el pumpín no se tocaba como ahora, se tocaba y se cantaba rapidito, incluso no se podía apreciar muy bien las letras de las canciones, todo era más acelerado. Un día los feriantes nos escuchaban y burlándose nos decián: “¿Imatataq takichkanku? apuraychamaña rimachkanku” (¿Qué cosa están cantando? Hablan muy rápido).
Frente a esas observaciones, ¿qué decisiones tomó en beneficio del pumpín?
Entonces, ya con esa crítica y experiencia, formé mi conjunto musical y tuvimos que hacer algunas modificaciones, principalmente tocar y cantar más claro, más lento y comprensible. Así poco a poco el pumpín se fue desarrollando, cada generación aportó con sus cambios. Un cambio importante fue el de aumentarle cuerdas a la guitarra para reemplazar al charango y al chillador. ¿Por qué? Porque los que tocaban estos instrumentos a la hora de alguna presentación te fallaban; entonces el artista andino tiene que ingeniárselas. En mi caso, cuando formé mi grupo mi guitarra tenía 10 cuerdas, muchas veces mis guitarristas no tenían tiempo y no me apoyaban cuando teníamos que presentarnos y yo tenía las ganas de hacer conocer el pumpín como sea, entonces tenía que pensar en incluir más instrumentos a mi guitarra, era como aumentarle dos o tres guitarras a una sola guitarra. Ahora yo utilizo mis instrumentos de 16 cuerdas y suena bonito, eso he tratado de aumentar y mejorar en cuanto al sonido de nuestro pumpín.
¿De dónde viene el nombre pumpín?
Primero porque el nombre surge del sonido que emite la guitarra, cuando tocas la quinta cuerda se produce el sonido de “pum” y cuando tocas la segunda cuerda se produce el sonido “pin”; las demás cuerdas cumplen la función de repique. Y segundo porque el sonido del pumpín sorprendentemente coincide con el palpitar del corazón del hombre.
¿Cómo nace el pumpín?
En verdad, no se sabe con claridad. Hay muchas versiones, testimonios y contradicciones en cuanto a cómo nace y dónde nace el pumpín. Los pueblos de Huancapi, Cayara y Colca tienen su propia versión, además cada uno lo cuenta a su favor; pero yo te contaré de acuerdo a mi experiencia, según mis vivencias.
Desde niño veía que mi papá se iba a las alturas de Antapi a tocar su guitarra, ahí se encontraba con chicos y chicas que iban a pastear sus ovejitas, entonces él le hacía cantar a las chicas, ellas siempre se ponían flores en el sombrero; es algo típico aquí porque en nuestro valle de Huancapi tenemos abundancia de agua y hay muchos jardines de flores, esas flores que usamos representan nuestra alegría. Hasta ese momento aún no sabía exactamente para qué iban a las alturas a cantar. Ya varios años después, cuando era joven, vi que mi primo Marcial también iba a tocar los domingos a las alturas, no sabía para qué iba ahí. Un día me dijo: “Acompáñame aquí a Waswantu nomás, como a ver el ganado”, yo le dije que ya. Entonces subimos a la altura, él llevaba su guitarra y a mí me hacía llevar flores, así que llegamos a eso de las ocho de la mañana. Después de buen rato de estar sentados se puso a tocar, luego de un momento a otro empezaron a aparecer chicas de distintas direcciones, con sus ovejas, por aquí, por allá. Entonces ahí entendí que Waswantu ya era un lugar de citas y se llevaba flores para las chicas, porque a ellas les gusta mucho las flores. En esta meseta se reunían jóvenes de distintos pueblos, jóvenes pastores, las chicas también venían bien arregladitas, luego nos poníamos a tocar y bailar en ronda. Dentro de este compartir juvenil se intercambiaban comidas como el charki kanka, yuyu picante, ataqu picante, ñupu, habas panku, cancha, queso, asado de corderito, entre otros. Cada pueblo traía su comida para intercambiar; claro, esto tenía algo de competencia, siempre había un afán de querer quedar mejor con los platillos que se compartían, porque era para los amigos. Este encuentro consistía en bailar durante la mañana, luego a mediodía comer en mesa redonda; en la primera ronda de comida nomás ya te llenabas, porque éramos muchos, venían como 30 a 40 personas, cada una con su comida.
Después del banquete seguíamos tocando y bailando en ronda, nunca había alcohol, no conocíamos cerveza ni trago, lo único que se compartía era comida; por eso considero que el pumpín es el folclor más sano que hay, no había ningún vicio, nos sentíamos mareados de tanto dar vueltas en el baile. Ya después de eso los jóvenes se emparejaban, tenían sus noviazgos o simplemente amistades. Estos encuentros siempre fueron saludables, nuestras mesetas y cerros eran como nuestras discotecas, pero sin vicios; aunque ahora las discotecas ya son otra cosa. Siempre se practicaban estas actividades en las alturas, no sé con qué finalidad, pero considero que el pumpín nació así, como el cantar de los pajaritos, de los zorzalitos, que siempre se van a las partes más altas para cantar, nunca cantan en las zonas bajas, siempre están en las alturas cantando; ¿Para qué? Para que escuchen su dulce cantar. Así nació nuestro pumpín, desde las alturas, como el canto de las aves. Por eso mi abuelita me decía que los domingos en el pueblo se escuchaba desde distintos cerros nuestra música pumpín.
Teniendo en cuenta que el pumpín nace con la juventud, ¿cómo ve el pumpín hoy en día?
Nuestro pumpín se sigue practicando, poco a poco ha tenido cambios, pero nunca va a desaparecer, eso lo tengo claro. Quizás ahora en las fiestas se toma alcohol, es parte de las fiestas de ahora. ¿Qué se puede hacer? Igual tenemos que tocar siempre, pase lo que pase; peor es que no se toque nuestra música.
En cuanto a los jóvenes, lo malo es que ahora ellos se van a las ciudades a continuar con sus vidas y se juntan con otra gente, ya aprenden otras cosas, ya no quieren saber mucho de su folclor, además tienen mucha influencia del internet y los medios de comunicación, consumen todo lo novedoso que proviene del extranjero, se van alienando, entonces empiezan a imitar esas cosas que ven y que escuchan; a veces da un poco de cólera cuando ves que dejan su propio folclor y prefieren algo que no es suyo. Pero, por otro lado, sí hay jóvenes que quieren aprender a tocar nuestra música, recién se están dando cuenta que hemos difundido por años nuestro pumpín y ahora se escucha y se baila en distintos sitios. Eso al menos me deja tranquilo, porque sé que hice bien mi trabajo durante años con el pumpín. También he enseñado a varios jóvenes a tocar. Vale aclarar que hay familias que enseñan a sus hijos a tocar, eso se va fortaleciendo y es un punto a favor.
¿Cómo fue que llegó a ganar sus premios nacionales?
Mis premios los he ganado a puro sudor, sacrificios, penas, hambre y todo lo que decidí enfrentar, porque mi deseo más grande era llevar el pumpín a todos lados, que sea reconocido y valorado. Por eso participé en varios concursos. Fruto de ello son los tres premios que gané. La primera vez fue en el año 81. Con muchas ganas participé en el concurso que organizó el programa Tierra Fecunda de Radio Unión, para esa fecha ya tenía mi primera guitarra, así que ganamos el primer puesto con mi canción “Sara Hallmay”. Posteriormente, para el año 88, participé en el concurso Autores y Compositores Andinos, organizado por la Presidencia de la República; allí también gané el primer lugar con mi canción “Chillikucha”. Para estos viajes hemos pasado muchas penurias. Era muy difícil llegar a la capital. Se tenía que viajar en camión hasta Huamanga, de ahí otro camión hasta Pisco, luego a Lima. ¡Así viajábamos! Nunca viajábamos en bus, casi siempre íbamos en camiones que llevaban encomiendas o en camiones que venían de la selva trayendo café, cacao… esas cosas. Así íbamos, pasando frío, hambre, de todo hemos pasado con tal de sacar adelante nuestro pumpín. Una vez viajamos en cisterna también, cuando nos invitaron para tocar en el programa Miski Takiy.
Para el año 99 hubo un concurso organizado por Promperú, allí participé y gané el primer puesto con mi canción “Wayanakuscha”. En esta ocasión sí me dieron el pasaje en avión, por primera vez cubrieron mis gastos de transporte, yo nunca me había imaginado viajar en avión.
Gracias a estos concursos pude conocer a muchos artistas, donde nos hicimos amigos con varios de ellos. Yo me siento muy agradecido con Manuelcha Prado, él me apoyó siempre desde que me vio por primera vez en el Teatro Municipal de Lima; ahora somos muy buenos amigos. También me conocí con los Hermanos García Zárate, Jaime Guardia, Amanda Portales y distintos artistas, quienes me felicitaron y me apoyaron. Pero por otro lado, en Huamanga, habían artistas que me discriminaron, que ninguneaban el pumpín, incluso desconocieron mis premios. Sin embargo, me siento muy orgulloso de haber hecho todo lo posible para que el pumpín llegue a ser conocido. Mis deseos se cumplieron y se seguirán cumpliendo.
En el tiempo de la violencia sociopolítica vivida en nuestro país, ¿Afectó en algo su carrera musical?
La verdad es que he visto todo caído, no estaba permitido nada, yo no sé qué valor habré tenido cuando las papas quemaban, seguía ensayando con mis integrantes en la casa, nomás. Además, estaba el concurso de Radio Unión y justamente estábamos ensayando nuestra parte musical, teníamos que seguir nada más, a pesar que ningún grupo ya tocaba, había desaparecido todo, nadie ya quería cantar, solo nosotros estábamos activos; “aunque sea cantando moriremos”, decía yo.
Había un capitán que se había alojado en el centro de salud, todas las tardes nos escuchaba cuando practicábamos, una tarde vino y nos preguntó: “¿A qué se debe esta reunión, señores?” Y yo le dije: “Jefe, hemos ganado un concurso nacional en la radio y nos están pidiendo algunas grabaciones, por eso estamos practicando”. Y él todo emocionado nos dijo “¿De verdad? ¿En qué radio?” En Radio Unión, jefe, todas las mañanas de 5 a 6 de la mañana, si le gusta puede oír. Al día siguiente prendió su radio a las 5 y justo estaban hablando de Huancapi y Fajardo, luego reprodujeron nuestra canción, la ganadora. Al día siguiente vino en la tarde, estaba muy alegre, nos trajo una gaseosa y nos felicitó, nos dijo que estaba muy bonito, que habíamos ganado muy bien, nos dio mucho aliento para seguir con nuestra música. Entonces ese tiempo estaba un poco difícil para viajar y llegar a la radio, yo solo quería enviar un casete grabado, pero el jefe nos dijo que yo mismo tenía que ir a la radio a hablar y tocar, así que me fui llevando la cinta grabada, fui y me dieron el premio; además me entrevistaron y hablé bien de Fajardo, de su gente y las autoridades.
De esta manera nos hicimos amigos del capitán, del jefe de Los Sinchis y los soldados, a ellos también les gustaba mi música. Prácticamente nosotros no hemos sentido el tiempo de la violencia, eso es algo que para nuestra suerte no pasó; pero sí hemos luchado por nuestro folclor, hemos dado todo para que salga adelante nuestro pumpín.
¿Qué significado tiene para usted su agrupación Waylla Ichu y los elementos que utiliza?
El waylla ichu es una planta silvestre, es la paja brava que crece en las alturas de las punas, en los sitios encantados. Esta planta se coge para situaciones especiales nada más, como las fiestas patronales, herranzas, corridas de toro; nosotros lo consideramos una planta sagrada de los andes, así nada más no se utiliza. Considerando todo eso, propuse utilizar este nombre para mi agrupación, porque es una planta de las alturas y en las alturas también nace el pumpín, por eso nos identifica mucho el waylla ichu; tanto la planta como el pumpín son de consideración sagrada para nosotros.
Además de mi agrupación Waylla Ichu, la cual es mi primer conjunto y tengo el cargo de director; también fundamos Los Hijos de Waylla Ichu, que está conformado por mis hijos mayores; y Proyección Waylla Ichu, que está conformada por mis hijos menores y residentes Fajardinos. Gracias a todos los que conforman estas agrupaciones el pumpín se hace cada vez más fuerte; en honor a esto recibí un trofeo de mármol y un reconocimiento como “El Amauta del Pumpín Fajardino”, por las labores que realicé durante mis 39 años de trayectoria, contribuyendo con la difusión de nuestras costumbres que se encuentran en cada canción. Este reconocimiento me lo hizo la Municipalidad de Vilcanchos.
Nuestra vestimenta está conformada por un ruqu (sombrero) adornado con flores de nuestro valle, una chaqueta blanca, una wara (pantalón), lliklla (manta) con características coloridas en los hombros, un chumpi (faja) colorido en la cintura; todos estos elementos están hechos a base de bayeta (tela fabricada a base de lana de oveja). También se utilizan las ojotas, aunque anteriormente esto se fabricaba del cuero de toro. Las mujeres, al igual que los varones, usan los mismos elementos, solo se diferencian en el uso del wali (falda o pollera) con diseños de flores y las blusas.
También nuestras guitarras llevan sus adornos, utilizamos cintas de colores en el clavijero de la guitarra, le llamamos cabellera de sirena. ¿Por qué sirena? Porque la guitarra se parece a la sirena, sabe hacer cantar y sabe hacer bailar, así quedan todos encantados con el pumpín.
¿Cuál es el significado de las flores para los huancapinos?
Las flores que utilizamos en el sombrero significan la alegría, representan nuestra cotidianidad, todos los días estamos alegres, prácticamente las flores son las vivencias de los huancapinos, tanto de los varones como de las mujeres. Los viejitos y viejitas se colocan flores para sentirse alegres, se identifican mucho con eso; mientras más flores hay, más grande es su alegría. También las flores se utilizan en las safacasas, donde los compadres llevan las flores y les ponen a los dueños de la casa. Techar tu casa es una alegría muy grande, no es fácil conseguirlo, por eso las flores simbolizan la gran alegría que siente la familia; esa es nuestra costumbre.
CONCLUSIONES
La música en los andes es un conjunto de elementos y significados yuxtapuestos que dan a conocer el proceso histórico de una comunidad, sus actividades costumbristas y su cotidianidad. Estos elementos hacen que la música andina tenga características multisensoriales, pues este arte no solamente se puede percibir auditivamente, sino también de manera visual. De esta manera, el pumpín se ha ido construyendo generacionalmente con los aportes de los fajardinos, a través de su interculturalidad en las alturas, evolucionando así este folclor que se describe entre sonidos, movimientos y colores. La música pumpín expresa un ethos cultural, lo cual representa la aceptación por parte de la colectividad (distritos donde se ejecuta este género) y es construida e interpretada acorde con sus intereses, creencias, perspectivas, además de sus principios culturales y estéticos de cada una de estas comunidades, los cuales, tienden a sufrir modificaciones con el transcurrir del tiempo, generando también cambios en los parámetros musicales.
El caso de Eusebio Huamaní no es un caso muy particular de las comunidades andinas, es un hecho que ha ocurrido siempre, tal vez desde principios de nuestra alicaída etapa republicana. Parece ser que los artistas andinos han pasado por una suerte de travesías en las cuales han sabido convivir con sus virtudes musicales; sin embargo, no han tenido la oportunidad de que su legado sea apreciado y reconocido dentro de un escenario nacional muy diverso, además que esto implica tener vínculos con la metrópoli. Eusebio Huamaní, por el bien del pumpín, ha sabido cargar en sus hombros todo el peso de los obstáculos que sus sueños les puso en su trayecto de vida. Logró, tal vez, lo que muchos músicos andinos anhelaban como artistas de folclor, pero que tuvieron que morir llevándose sus legados, conocimientos y creaciones sonoras. Justamente por todo esto, Eusebio Huamaní Rodríguez, “el Americano”, se siente un hombre muy afortunado y feliz por todo lo que logró en beneficio de su tierra y su folclor. “Ahora sí puedo morir tranquilo”, agregó.