Julio Andrade: “Cuando aprendí a tocar el charango mi universo musical se amplió más”

Hablamos con el cantante nacional Julio Andrade quien nos relató con mucho entusiasmo su paso por la música y su labor como vicepresidente de la APDAYC

Julio Andrade es un músico, compositor e interprete peruano dedicado a la música fusión desde hace más de treinta y dos años. Con una larga lista de composiciones es considerado uno de los mejores compositores pop de nuestro país. Comenzó su carrera como solista hace un par de décadas y comparte parte de su historia con nosotros.

¿Qué tal, Julio? Hace poco estuviste en el concierto de Kiss. Cuéntanos qué tal estuvo…

Estuvo increíble. Demoraron un poco. Fue una pena que mis amigos de Frágil por inconvenientes no muy explícitos no pudieran tocar.  Causó cierta desazón en algunos de los asistentes. Kiss hizo un supershow caracterizado por hacer un montaje y un despliegue técnico de luces, efectos, fuegos y de imágenes sincronizados con su performance. Lo más importante es la vitalidad que ellos mantienen. Algunos de los principales integrantes pasan los 70 años. Fue una verdadera clase maestra de rock.

Sabemos que vivías en una zona muy musical. ¿Quiénes eran tu junta por aquellos tiempos?

Yo nací y crecí frente al mar.  San Miguel era un barrio muy lindo y mi casa quedaba a cuatro cuadras del malecón. El parque de La media luna era el lugar en donde me reunía con mis amigos. Desde los 8 años ya andaba con mi guitarra. Pero estaban los mayores que eran nuestros maestros, y eran ellos quienes escuchaban a Led Zeppelin y a Pink Floyd.

También recibía influencias musicales de mis padres. Por el lado de mi papá era música criolla, boleros, rancheras mexicanas, wawancó y guarachas cubanas. Mi mamá era más romántica: escuchaba a Camilo Sesto, Julio Iglesias, Roberto Carlos y bossanova –género musical que impactó mucho en mí–; parte de mi música tienen esa armonía a bossanova mezclada con toda esa vorágine de corrientes musicales.

Empecé a componer a los 14 años. ¡Era una locura! Venían a mi cabeza composiciones que sonaban a blues y de pronto cambiaba y me sabía a rock. Por eso es que opté por la fusión. Inicialmente fusioné con sonidos latinos y luego rock and roll fusionado con lo andino. Cuando aprendí a tocar el charango mi universo musical se amplió más. Fue un despertar de nuevas ideas. 

¿Cómo fue tu acercamiento al charango?

Yo tenía un amigo en un estudio en Miraflores cuando todavía pertenecía a la banda Paradero. El hermano de Víctor Miranda, Manuel, que nos dejó hace poco, era un multinstrumentista de viento y tenía un charango. Cuando siempre bajaba al primer piso pasaba por su cuarto y veía el charango. Un día de esos me dice ¡tócalo! Empecé a chapotear entre sus cuerdas y me di con la sorpresa de que no me era tan difícil improvisar.

Luego comencé a viajar como solista por el Perú. Fui a Cuzco, el Altiplano, Juliaca y Ayacucho en donde conocí a una legión extraordinaria de charanguistas. De ellos aprendí. Me bastaba ver la posición de los dedos para que yo rápidamente haga lo mismo o desarrollarlo de otra manera. Muchas de mis canciones, me atrevería a decir, que de las casi 700 canciones que tengo, 450 fueron compuestos con charango. Si bien en la composición final adquieren otros sonidos, la mayoría de mis canciones fueron concebidas con el charango. El sonido del charango para mí es muy especial.

¿A qué charanguistas admiras?

En realidad existen demasiados charanguistas talentosos. En mi percepción considero que uno de los mejores es Chano Díaz Límaco. Fuimos a Viña del Mar el 2003. Es un maestro. ¡Tiene una versatilidad impresionante! Puede tocar un tema urbano-andino hasta rock.

Existe también otro charanguista excepcional: Gustavo Santaolalla. Un argentino dedicado a la producción de rock que trabaja con grandes artistas latinoamericanos. Compongo con charango por la practicidad del instrumento. Para componer en teclado tienes que conectar el teclado, buscar el sonido o dejarlo en un piano estándar. Tengo dos charangos que están por todos los rincones de mi casa. Es un compañero a la mano que te da la facilidad de componer. Es un instrumento con muchas posibilidades sonoras.

¿Cómo describirías tú el sonido de tu música? ¿En qué género la clasificarías o prefieres no encasillarla?

Lo que hago yo es fusión. Agustín Pérez Aldave es un periodista y musicólogo muy respetado. Él me bautizó como “el músico desgenerado” porque no tengo un género. Yo podría sorprender con un vals, con un rock o con un huayno.  “Nuestro adiós” es un tema que lanzamos hace semanas y que está sonando en las radios. En él hay un poco de todo. Algunos me dicen que suena a indie rock. Yo feliz de cómo las personas perciben mi creación. Para mí es un verdadero placer.

¿Cuál crees que es la mejor herramienta para un músico?

Es el instrumento que toca de donde parte su proceso creativo. Si eres cantante, evidentemente tienes que cuidar tu voz, porque en el transcurso del tiempo empezará debilitarse. Curiosamente hay algunos que con el tiempo mejoran en vez de apagarse.  Yo recuerdo que cuando empezaba a cantar y terminaba un concierto me quedaba afónico. ¡Esa situación me asustaba! Mucha gente en los 90 se atrevió a decirme que para el 2000 ya no tendría voz, que cante despacio y que no me esfuerce mucho. Durante el tiempo aprendí a usar el diafragma y sobre todo a cantar con sentimiento. A mis 57 años la sabiduría te hace más atrevido e inteligente. He aprendido a conservarla y a capitalizarla, matizar mis posibilidades y siempre hacer atractivo mis conciertos. Los últimos dos años decidí volver a disfrutar de la música. En donde me llamen, toco.  Después de tantas giras y festivales tengo la suerte de seguir viajando.

¿Cuáles fueron las experiencias adquiridas y aprendidas en tus giras?

Todas mis giras han sido hermosas. Pero todos alguna vez al comienzo de nuestras carreras nos topamos con empresarios “cabeceros”. Me pasó en Jauja que fuimos a tocar con mi banda y el empresario desapareció después del show. ¡No nos pagó! Tuvimos que regresar cubriendo nuestros propios pasajes. Recibimos un trato pésimo.

Quedaste dos veces como finalista en el Festival de Viña del Mar. En el 95 con Canta hermano latino y en el 2003 con Volverás. ¿Qué recuerdos te trae haber participado en este festival?

Cuando participe en el 95 era bastante joven y ya sabía a lo que me enfrentaba. Recibía comentarios positivos sobre mi voz. Al subirme al escenario me enfrenté a ese público voraz que me pifió a los segundos de subirme al escenario. Al final terminé ganándomelos y los vi de pie ovacionando la interpretación que realicé.  Me hicieron ver que, aunque no obtuve la Gaviota de Plata, lo que logré aquella vez iba a ser muy importante para mi carrera y para mi futuro. Yo supe cómo enfrentar a la adversidad de ese público tan duro. Gané mucho esa noche.

¿Cuéntame cuál es tu experiencia trabajando como vicepresidente de la APDAYC?

Es una experiencia muy enriquecedora y en momentos perturbadora por la falta de información de las personas y los medios de difusión musical que se acostumbraron a tratarnos como ciudadanos de segunda. Nosotros nos impusimos, hicimos que se respete el derecho de autor y eso nos costó ¡wau! unos cargamontones mediáticos muy fuertes en algún momento.  Hoy en día la población societaria de la institución, a quien nos debemos, están orgullosos de nuestro trabajo.

El próximo mes dejamos nuestros cargos con una pena tremenda, pero contentos con nuestras labores realizadas. Se oficializará pronto la nueva junta directiva. Estamos dejando una valla muy alta y ellos lo que tienen que logar es hacerla crecer más.  Porque estar al frente de una institución de derechos de autor como la nuestra requiere de preparación. Somos presidentes del Comité Latinoamericano de Derechos de Autor. Aquel que diga que nosotros no hemos hecho algo bueno es porque es mezquino o tiene el alma rota.

Tengo una pregunta extramusical. Hablemos ligeramente de política. ¿Crees que existe el mal menor en el Perú?

Eso del mal menor es una tontería que está llevando a nuestro país a situaciones que no la merecen. Ahora salimos a marchar por muchas cosas, pero hace 20 años que debimos hacer eso para que la educación llegue a todos los lugares y evitarnos problemas tan penosos como los que suceden ahora. Eso del mal menor ¡No! Hay que votar a conciencia. El presidente que tenemos ahora es una vergüenza y te lo dice alguien que es izquierdista de corazón, pero por una cuestión de justicia social está decepcionado del proceder de la izquierda de mi país. Yo apoyé mucho a Susana Villarán y eso lo sabe el país entero. Confié mucho en ella y lo que pasó al final fue una decepción.

¿Aspirarías a algún cargo político?

No digo que no porque no sé qué pasará en cinco años. Tengo el compromiso de estar al tanto observando el escenario político y desde mi posición daré mi voz. Creo que es importante que desde la experiencia tienes la oportunidad de aconsejar a las futuras generaciones.