Nicolás Duarte desafía la velocidad con «Levitar Caer», su videoclip
En 2025, cuando las canciones duran lo que dura una historia de Instagram, Nicolás Duarte insiste en detener el tiempo. Levitar Caer no entra por los ojos en 15 segundos, ni se adapta a vertical. Se abre con calma, como quien camina por un lugar que no reconoce pero ya ha visitado en sueños. No todo tiene que ser inmediato. Algunos artistas todavía construyen piezas que necesitan espacio. Y eso, hoy, es casi un acto de resistencia.
El videoclip de Levitar Caer, dirigido por Marco Arauco y Javier Lima, es una caminata mental. Un mimo, una nave oxidada, pasillos que nunca terminan. Todo se parece a un recuerdo que no sabemos si es propio. Lo interesante es que la ansiedad no se dramatiza, se materializa. Las texturas, los objetos rotos, los gestos lentos: todo convoca una sensación difícil de explicar con palabras. Es lo que pasa cuando el cuerpo sigue de pie, pero adentro algo se viene abajo.
La canción nació después de una frase tropezada en el estudio. Donde debía decir “evitar caer”, Duarte dijo “levitar caer”. Esa mezcla entre flotar y hundirse se convirtió en imagen guía. Y no parece casual. Esta etapa solista está marcada por decisiones que no corrigen lo que se escapa, más bien lo utilizan. Esa fragilidad construye sentido, no se oculta. Por eso este videoclip tiene más que ver con dejarse llevar que con seguir una narrativa lineal.
En plena época de métricas y reels, este tipo de obras parecen venir de otro lugar. Pero no es nostalgia. Duarte no está apelando a ninguna época. Solo sigue una lógica que prioriza lo que siente antes que lo que conviene. Desde hace cinco años, su carrera solista ha ido en esa dirección: discos que se reinventan, canciones que no imitan, videos que no piden permiso para incomodar.
Quizás por eso Levitar Caer se queda rondando después de terminar. No tanto por lo que muestra, sino por lo que deja sin cerrar. Es un videoclip que no quiere llamar la atención rápido. Prefiere acompañarte un rato largo, como esas ideas raras que uno no elige, pero igual se quedan dando vueltas.
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