Adrián Del Águila: “Todo metal me genera respeto sin importar de donde venga”
Miserable llega por segunda vez a Ayacucho con su gira Náusea Célebre que incluye, además, ciudades como Cusco, Juliaca, Arequipa y Lima.
Adrián Del Águila es el fundador, bajista y vocalista de la banda de metal Miserable, un proyecto musical formado oficialmente en 2017 en Lima. En la actualidad, los integrantes son aparte de él en la voz y bajo, Diego Porturas (batería), Jonathan Bustinza (guitarra) y Marcelo Vásquez (guitarra).
El líder de esta banda accedió a conversar con Huamangazo y brindó detalles poco conocidos de su exitosa iniciativa musical.
Sabemos sobre tu trayectoria en muchas bandas del metal peruano. Cuéntanos los orígenes de Miserable como proyecto artístico de tu iniciativa. ¿Cuál es el significado detrás del nombre de la banda? ¿Por qué elegiste un adjetivo tan peyorativo?
Miserable se fundó formalmente en 2017. Ese año empezamos a ensayar canciones que ya habíamos preparado. Este proyecto nace por unas ideas que tenía desde mucho tiempo atrás, pero no encontraba banda para esas ideas. Así que empecé a trabajar en el primer disco (Gran Náusea) solo, porque no había nadie más que yo. Y cuando ya tenía lista toda la preproducción aparecieron los demás integrantes.
El nombre nace de una anécdota. No se pensó; simplemente apareció.
Tú, como líder de Miserable, ¿qué tan complejo crees que es organizar una banda o proyecto musical sabiendo que los miembros pertenecen a diferentes generaciones?
La banda está integrada por miembros de dos generaciones: yo, que tengo 47 años, y ellos, poco más de 20. No hay ninguna complicación en ese aspecto. Resulta que tenemos muchas cosas en común musicalmente hablando y nos comprendemos muy bien. Es muy difícil que cuatro sujetos se entiendan mágicamente. Yo he estado en muchas bandas y fácilmente encontré buena comunicación; pero magia, nunca antes. El tema generacional no tiene nada que ver porque se trata de tener la misma onda.
En tu día a día, ¿qué música escuchas y cuáles son tus hábitos como músico/oyente?
Principalmente escucho metal, pero también rock y blues. Consumo mucho metal peruano porque me gusta y porque tengo cierta obsesión por ver qué estamos haciendo.
Entendemos que tú eres el compositor de Miserable. ¿Cuáles son las fuentes de donde provienen las líricas de la banda? Aparte de la música, ¿a qué otras artes eres asiduo?
Yo compuse solo el primer disco de la banda; los siguientes lo hicimos todos. No tenemos un discurso previo para la letra. Nosotros componemos primero la instrumentación, luego aparecen las frases poco a poco y yo le voy dando un sentido semántico. En el contenido de los dos primeros discos prevalece el odio y la rabia profunda al sometimiento de la voluntad y del espíritu, a la necesidad o al deber; en ese sometimiento vivimos todos.
También hago literatura y, hasta el momento, tengo tres libros publicados. La banda tiene mucho que ver con lo que escribo. Miserable fácilmente puede ser la banda sonora de mi literatura.
Considerando la calidad artística de Miserable, ¿te sientes plenamente libre y realizado profesionalmente con este proyecto?
Yo no sé qué va a pasar ni hago planes, pero me siento feliz con Miserable. Estoy expresándome plenamente y sabemos que tenemos cuerda para un buen rato. Yo siento que estoy en el camino de mi realización. «No está… está siendo». Estoy en el camino de la plenitud.
Además, tengo otros canales de expresión muy diferentes a Miserable, una banda rock y otra de death metal.
¿Qué sugieres al nombrar a la nueva producción y gira de la banda como Náusea célebre?
¿Por qué Náusea Célebre? ¡Sucedió! Una de las cosas que aprendí es que todo fluye. En la vida yo ya no hago planes. Vivo mi vida de modo que estoy preparado para lo que suceda.
El nombre de nuestra nueva producción es la combinación de Gran Náusea y Esclavo Célebre: Náusea Célebre. Es un producto que expresa a la banda en un formato de ensayo y teníamos pensado lanzar un tema por mes. Pero después se decidió optar por un CD con diez canciones.
Actualmente se habla mucho de que “Lima no es el Perú”. Sabemos que es la segunda vez que visitas esta ciudad. ¿Qué palabras se te vienen a la mente cuando te mencionan la palabra Ayacucho?
Cuando pienso en Ayacucho pienso en zona roja. A mis 47 años, puedo decir que viví en la cúspide del desarrollo de Sendero Luminoso.
Hoy en día, cuando tenemos un concierto en Lima sentimos que la gente no vive la pasión como se vive en provincia. El limeño se entrega a sus bandas extranjeras, a nosotros no nos ven de la misma manera. Los peruanos cerramos las orejas a escuchar la calidad de propuestas serias de bandas de metal nacionales.
¿Qué opinas de la actual coyuntura política del Perú y el mundo? ¿Crees que toda esta crisis mundial es una oportunidad para reflexionar desde el arte?
Toda crisis es motivo de arte. En un mundo feliz no habría un arte potente; en ese sentido, todo arte es una respuesta salvaje del humano a su realidad.
Llegó un momento durante la pandemia en el que dije ¡basta ya!, me voy a dedicar a hacer canciones y todo lo que no sea eso es náusea. Pero la realidad no permite eso, es imposible alejarte de lo demás.
Lo que pasa en el Perú no me sorprende. Tengo conciencia de los últimos 35 años de mi vida, y ha sido así siempre. El gran problema del Perú y Latinoamérica es que hemos sido educados en la corrupción. Yo ya no le creo a nadie. Sería ingenuo creerles. Tampoco le creo a Perú Libre porque es obvio que me están mintiendo.
La única manera de salir de esto es educándonos en la gran tarea de fortalecer el carácter, como decía Nietzsche. Educarnos para que nuestra voluntad sea poderosa, y si eso significa guerra, que lo sea. Educarnos, también, para decirle ¡no! a todo lo que someta a la necesidad o al deber.
¿Qué proyectos a corto y mediano plazo tienes para este 2022 con Miserable?
Tenemos la gira Náusea Célebre hasta finales de junio y hay planes para ir al norte desde agosto. El tiempo es difícil de manejar ya que ninguno vive de la música por completo, pero finalmente todos somos unos esclavos miserables –risas–. Planeamos trabajar en un nuevo disco este año y ya tenemos tres canciones. Ojalá podamos lanzarlo el próximo año.
Además, tenemos planes de ir al extranjero para el 2023. Aprovechamos la pandemia para tener contacto virtual con gente de afuera. Y hay ciudades donde quieren que vayamos y estamos trabajando en ello.
¿Consideras a la locura, lo extrovertido e irreverente, como una actitud inherente al metal?
¿Qué es el metal? Para mí es un sonido violento. Y ese sonido violento no puede expresar otra cosa más que irreverencia, porque no es complaciente. Cuando escuché metal por primera vez sentí identificación, sentí que yo era la encarnación de ese sonido. El sonido violento hace que no sea digerible para todos, porque estamos educados en lo fácil. No hemos sido educados en metal.
En nuestro caso hemos superado barreras educativas impuestas y nuestra voluntad ha sido más fuerte que eso para lograr entender ese sonido. El sonido del metal es agresión ante la multitud, y no puede ser otra cosa más que locura. Es un “sí” a lo que venga, y un “no” a aplastar la voluntad por el deber. La locura no es deseada. Lo que se quiere es la obediencia; ante esto el metal es como quitarte una venda agresivamente.
¿Qué opinas de la banda ayacuchana Deicidios y su último disco Putrefacto (2022)?
Todo metal me genera respeto sin importar de donde venga. Pero a Deicidios le tengo un respeto casi visceral, ya que ellos empezaron a hacer música en tiempos difíciles. A finales de los ochenta ellos estuvieron ahí.
¡Putrefacto es un discazo! Me gusta mucho la intro que hicieron con las voces de los presidentes. ¡Los pusieron a todos! Y, al igual que yo, tampoco le creen a nadie. Es un metal que expresa un montón y me da gusto volver a escucharlos en vivo este 7 de mayo.